Estamos a finales de enero y casi comienzos de Febrero. Es epoca de carnaval y yo hace poco retome mis libros para intentar leer y hacer entrar en mi cabeza varios conceptos. En uno de esos momentos en los que nadie quiere estudiar, empece a recordar algunas cosas.
Ahora el carnaval parece estar ligado a las comparsas, al hecho de que es la época en la cual todo el esfuerzo de personas de una agrupación se pone a prueba. Los trajes, los carros, la escenografía, la musica. Todo. Y sin embargo... El carnaval no es solo eso. Hace poco me acordé qué era el carnaval para mi cuando era más chica. Significaba libertad y la oportunidad unica de maltratar a la gente del barrio. De esconderme y lanzar chupitas (o bombas de agua como le llaman). Recuerdo que antes me escondía en mi balcón, esperaba, esperaba y ¡zas! ¡lanzaba la granada de agua! Los más locos le ponían algo de sal para que doliera. Otros sadicos la hacian bien chiquita para que no reventara. Si tenías suerte, salías invicto y seco. Si no tenías tanta suerte, bueno... El saldo era ropa mojada. No había vencedores ni perdedores. Simplemente había chicos jugando.
Con el tiempo me fui olvidando de esas guerras de agua de la cual participaba. De esos días de enero, febrero en los que solo importaba mojar al resto (o tratar de salir seca). Recuerdo varias tardes en el patio de mi abuela preparando las bombas, preparando los misiles. ¡¡Que difícil que era cerrarlas!! ¡¡Al inicio debía pedir ayuda porque yo no podía! Después aprendí a hacerles un nudo (aunque algo de agua se me escapaba).
Nada me quita esos recuerdos, como tampoco me saco el relato de mi madre acerca de una camioneta llena de agua y los proyectiles listos. Mojaban a todo el vecindario y a toda la ciudad. Ahora ya no veo eso. La ultima vez que vi algo parecido fue hace unos años cuando caminaba con una amiga y unos pibes me mojaron lanzandome una botella de agua. ¡¡Imaginense mi enojo!!
Ahora ya estoy grande para jugar con esto. Pero ruego que si llego a tener hijos, o alguna de mis amigas lo tiene antes que yo y tengo la oportunidad de jugarlo, den por hecho que les enseñaré a acechar a las personas y a mojarlas con las mejores bombas de agua. Eso sí: prohibido la sal y los misiles diminutos.
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